El gran hotel Budapest, genialidad clásica.

Las buenas críticas se quedan cortas en cuanto a esta película de Wes Anderson se refiere. Nos encontramos ante una producción que arriesga apostando por una técnica aparentemente clásica pero que esconde muchas novedades.
La historia cuenta historias paralelas, ya que nos situamos en un punto cero desde el cual parte una trama secundaria que realmente será el argumento de la película. Las épocas son distintas, por lo que se ha decidido utilizar formatos distintos. En el escenario en el que se narra la historia vemos un formato panorámico con un color bastante normal, sin embargo, en el escenario en el que ocurren los sucesos narrados se apuesta por un formato cuadrado acompañado de un etalonaje blanqueado y en ocasiones amarillento, dándonos esa sensación de antigüedad. Pero esto no es todo, sino que los movimientos de cámara son bruscos y rápidos, en mi opinión algo acertado que encaja a la perfección con la manera de narrar.
El argumento es la vida de un mozo de hotel que termina convirtiéndose en dueño, pero todo esto se nos cuenta con un doble sentido: En primer lugar se da un aire cómico a todo lo que se cuenta, pero no se consigue con comentarios graciosos, sino que se basa en situaciones escabrosas, llevadas al límite de lo absurdo haciéndote esbozar una sonrisa por muy oscura que sea la escena. En segundo lugar se tocan temas bastante sensibles, pero al ser enfocados desde ese punto de vista humorístico, el peso parece menor.
Pero si hay algo que realmente hay que destacar de esta película es su amplio reparto, comenzando con Ralph Fiennes, quién acompaña al pequeño mozo en todo momento en calidad de instructor y dueño del hotel. Su abanico de gestos es inmejorable y su comodidad en el género asombrosa. Bill Murray aparece ya al final de la película (destacar ese goteo incesante a lo largo de toda la película, que excluyendo a los protagonistas, los famosos secundarios van y vienen sin predominar unos sobre otros), dándo ese toque de sorpresa final al filme. Saoirse Ronan hace el papel de novia del pequeño mozo, a la cual le terminan pidiendo matrimonio (quizás esto sea una de las pocas cosas que no me terminan de cuadrar, y es que la edad del mozo y de su chica es muy poca para el tren de vida que llevan y pretenden llevar). Tilda Swinton es el primer secundario en aparecer, caracterizada como una anciana hasta el punto de que el espectador no reconoce a la actriz, magnífico. Edward Norton en el papel de policia, Adrien Brody en el de hijo de la difunta y antagonista desaparecido, Jeff Goldblum como abogado de dicha difunta, Owen Wilson o Léa Seydoux entre otros de los muchos secundarios. Por último, Jude Law encarna al curioso visitante del hotel que nos obliga a comenzar a escuchar esta gran historia y Willem Dafoe se viste de largo y negro para hacerle el trabajo sucio al hijo de la difunta.
En conclusión, una película que merece la pena ver, que no cansa del estres que propone debido a su corta duración y que da clases en cuanto a técnica cinematográfica se refiere.

NOTA: 8/10